Cooperativas y mutuales demostramos que podemos resistir las políticas de ajuste

El conjunto de la economía social y solidaria logró revertir los artículos 23 y 24 de la reforma impositiva nacional que nos imponía el pago del impuesto a las ganancias ganancias en materia de ahorro, crédito y seguros. Las cooperativas y mutuales no pagamos ganancias porque no las generamos, somos por definición empresas sin fines de lucro.
Sin embargo, en la Provincia de Buenos Aires, el parlamento aprobó un proyecto enviado por la gobernadora María Eugenia Vidal por el que las cooperativas de trabajo que desarrollen actividades económicas en el territorio bonaerense deberán pagar el 3,5 por ciento de las ventas en concepto de Ingresos Brutos.
Esta política se suma a un paquete de medidas neoliberales de ajuste sobre los trabajadores asalariados y autogestionados. No por casualidad, en la misma jornada se aprobó también la reducción de los haberes jubilatorios de los empleados del Banco provincia.
Simultáneamente, aumentan las tarifas de electricidad y gas, así como de transporte, que en la Ciudad de Buenos Aires, se va a duplicar en un año.
Las empresas, por su parte, son beneficiadas con todo tipo de exenciones. La minería y el agro son los ejemplos más paradigmáticos, porque la quita de retenciones ni siquiera generó aumento de inversiones, de empleo ni de ventas al exterior. La AFIP informó que en 2017 se retuvieron 4 millones de toneladas más que en 2016, pero según datos de las cámaras del sector, el monto de liquidación de dólares del año pasado fue el más bajo desde 2009. Durante los próximos dos años, comienza a hacerse efectiva la baja de 0,5 por ciento mensual de las retenciones a la soja y subproductos.
Esta práctica se generaliza en favor de las corporaciones y en detrimento de la industria nacional. En el sector textil, que es uno de los más afectados, las importaciones crecieron 112 por ciento interanualmente. Las cooperativas, además de competir contra los ínfimos costos laborales de otros países, se enfrentan a la caída del mercado interno, por lo que su supervivencia queda librada a la resistencia y organización que opongan.
La política económica para nuestro sector piensa más en la asistencia que en el desarrollo de otra economía que esté al servicio de las personas y no del capital.