Cualquier reforma laboral debería apuntar a consolidar una economía sostenible también en lo social y lo ambiental

La semana pasada, el flamante ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, volvió a poner en discusión el sistema laboral argentino. La reforma que se imagina tendría menos aportes patronales. Usó argumentos falaces, falsos, ejemplos incomparables. El programa es sobreexplotar, oprimir, a millones de personas con salarios bajísimos para beneficiar a multinacionales. La propuesta de la otra economía.
*Por Darío Farcy
“Me preocupa mucho el impacto que tienen los impuestos al trabajo. Los ingresos de los que trabajan en el sector informal de la economía son la mitad de los que lo hacen en el sector formal. Y esto sin contar que los primeros no tienen protección en caso de despido, ni tienen obra social. Éste un objetivo importantísimo: una reforma tributaria integral que incorpore más trabajadores al sistema formal, por motivos de equidad y de aumentar la base de recaudación impositiva”, alegó el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, para profundizar la regresión en los bolsillos de los trabajadores y la consecuente alza en ingresos de grandes empresas.
Hace falta aclarar, nuevamente, que no existe relación directa entre el trabajo informal y los altos costos laborales en la economíaa de un país. Esto queda demostrado en países como Francia o Alemania en donde el nivel de empleo informal es muy bajo, y sin embargo sus costos laborales son de los más altos del mundo.
En nuestro país, la historia de la hiperinflación, la crisis de la deuda y el neoliberalismo dejaron un entramado productivo endeble en donde la mayoría de las actividades productivas (y también las especulativas)mas rentables y con mas tecnologíaaplicada son realizadas por empresas privadas multinacionales.
Esta concentración deja poco margen para las producciones que están por fuera de esos espacios tomados por las multinacionales, dejando de lado a millones de trabajadores que no son apetecibles para el gran capital. Eso explica, en parte, por qué la mayoría de los trabajadores en la Argentina están empleados por pymes, las cuales son intensivas en trabajo pero carecen del capital necesario para competir a nivel internacional; dando como resultado un bajo nivel de productividad y alto grado de informalidad. Esto sin contar a los mas de un millón de trabajadores de la economía popular.
Cabe destacar que ante la falta de “competitividad” que el Gobierno ve en la producción Argentina, los países históricamentehan adoptado, principalmente, dos alternativas (dentro del marco del capitalismo). Uno en donde se oprime a millones de personas a salarios bajísimos con el objetivo de beneficiar a estas multinacionales (que como sabemos vienen sustrayendo riquezas del país desde hace décadas) y promover un tipo de inserción al mundo a través de la semiesclavitud de los trabajadores; al cual podemos llamar “el modelo chino”. Esto redunda obviamente en bajos niveles de vida, destrucción de la naturaleza, aumento de los accidentes laborales, desprotección social de las mayorías, etc. Entre otros casos podemos citar a países como Bangladesh, India o Vietnam.
El segundo camino es el que tomaron los países que habitualmente se denominan “desarrollados”. En vez de bajar los niveles de costos laborales, ejercieron y ejercen una presión grande para que las empresas reinvirtieran (evitando la fuga de capitales) sus ganancias, generando un salto tecnológico que ayudase a aumentar la competitividad a nivel mundial; casos como Francia, Alemania o Corea del Sur se encuentran entre estos. Obvio que esto también implica una intervención estatal fuerte para minar los monopolios y distribuir la inserción en el mercado de más y más empresas pequeñas y medianas con tecnología de avanzada.
Si tenemos en cuenta el casi cierre de la investigación de Arsat (y la consecuente venta de sus activos a empresas privadas), la importación libre de productos tecnológicos y de otros tipos, los acuerdos para compra de tecnología a países como Israel o EUA, las prebendas al campo, etc.Entendemos que esta segunda forma de pensar la inserción en el mundo no es la de este gobierno: van por la primera, van por la semiesclavitud ( al mejor estilo “Cheekys”).
Como cooperativas de trabajo, dentro de la Economía Social y Solidaria, proponemos apuntar a una economía sostenible en términos económicos, sociales y ambientales. Por eso debemos siempre intentar que las riquezas se distribuyan equitativamente, mejorando los niveles de vida de los que menos tienen y fomentando un producción que apunte a satisfacer las necesidades de los pueblos. Esto jamás puede ir de la mano de una reducción de los impuestos a los que más tienen, y menos que menos puede ir en consonancia con bajar el “costo” laboral apuntando a una inserción como centros de esclavitud internacional. Nosotros apuntamos a vivir en un mundo donde se pueda estar en armonía con la comunidad, con el ambiente y satisfacer las necesidades ampliadas de los seres humanos.
Por todo esto nos oponemos a estas reformas, ya que entendemos que atentan contra una forma digna de vida. Y que jamás una medida que destruya nuestros derechos puede, mas tarde o temprano, traernos felicidad.