“Los productores necesitan organizaciones de consumidores, así como los consumidores necesitan organizaciones de productores”

La cooperativa Consol comenzará, al cabo de este balance económico, a retornar los excedentes de los asociados, tras años de reinversión en capital de estructura y de compra. Cuál es el plan, cómo seguir y cómo disputar mercado e ideas a los supermercados trasnacionales.

“Consol es una empresa solidaria que descansa en sus asociados”, cuenta Eduardo Amorin, presidente de la cooperativa de consumo que ya abrió dos tiendas solidarias. La experiencia de la Tienda Congreso ya lleva casi dos años. La Tienda Villa Crespo es incipiente, pero alcanzó el grado de local abierto al público tras fortalecerse como foco de consumo y como proveeduría con stock fijo.

En la esquina de Combate de los Pozos y Venezuela, CABA, el naranja y blanco rompe los esquemas del barrio. “Consumo solidario”, “Comercio justo sin intermediarios”. Desde hace dos años, los vecinos se acercan curiosos y satisfacen algunas necesidades de consumo de una manera particular: Si hay una marca capitalista, también habrá una de la economía social, popular y solidaria. Es que Consol nació en el año 2008 con la idea de disputar un pedazo del mercado de consumo masivo y de generar la capacidad para que sean los consumidores quienes organicen el formato de producción y comercialización.

La figura de cooperativa fue la que en el marco normativo existente acá y ahora mejor interpreta la autogestión y menos complejiza la dinámica asociativa transformadora. “La clave no está en que seamos una cooperativa de consumo, sino en que somos una organización de consumidores, y que los productores necesitan organizaciones de consumidores, así como los consumidores necesitan organizaciones de productores.

Lejos de haber empezado de cero en aquel 2008, los fundadores de Consol se valieron de experiencias como los Almacenes Populares San Cayetano o el Hogar Obrero. El capitalismo pudo haberlas destruido, pero el saldo organizativo dejó una huella en la Red de Colaboración Solidaria de la que hablaba el teórico de la economía solidaria y de la Filosofía de la Liberación brasileño Euclides Mance.  Consol es hoy un nodo imborrable más que aprende y se retroalimenta en conjunto con otras experiencias, tomando lo mejor de lo que ya se ha hecho y retransformándolo consecuentemente.

Sin obviar las tensiones, el presidente de la cooperativa, Eduardo Amorin, propone: “Tenemos que tener la capacidad de comprender dónde estamos parados, quién es nuestro enemigo, vernos con los ojos de nuestro enemigo, contextualizar las posibilidades y en función de eso tomar las decisiones tácticas y metas que nos acerquen al objetivo estratégico en el largo plazo”.

La respuesta que encontró el grupo fue garantizar el consumo de manera integral para dar la batalla ideológica contra el hábito del consumo del capital, armar focos de consumo que se desarrollen hacia proveedurías y tiendas, para generar una cultura de un consumo que pueda ser de calidad, ordenado, solidario y colectivo.

Así como se vale de experiencias históricas, también articula en forma de red con procesos presentes. Consol aprendió que para que el consumo solidario pueda crecer en el tiempo, se tiene que articular con otros procesos del mismo sector económico y cada organización tiene que construir con otras comprometidamente, respetando y ponderándolas.

Para eso, busca cada vez más asociados. Una política que tomó fue otorgar un descuento del 5 por ciento en la compra. Pero hoy la táctica es otra: al finalizar este balance económico, los asociados recibirán un retorno por el consumo realizado en la cooperativa. Después de dos años de que esa proporción se reinvirtiera en estructura, el punto de equilibrio y la estrategia establecida hace tres años marca que la inversión tiene que volver a los asociados. “No solo hay que reinvertir en estructura y compra, también en lo que le corresponde al asociado por participar del proceso económico”, comentó Amorin.

El menor valor, para más autogestión

El valor del producto en góndola, aun sin el descuento, tiene el menor valor posible de mercado porque tiene que ser el que el consumidor pueda pagar. Si hay un producto que se lo puede remarcar más y todavía así sigue estando en el menor valor posible de mercado, utilizan esa diferencia para bajarle el valor a otro de mayor los que más se consumen. Así, en Consol se puede consumir todo lo que se necesita sin depender de las promociones particulares. Los bajos valores de los productos de alta rotación, además, acercan a la tienda a potenciales asociados.